En la última entrega de esta bitácora,
hace ya más tiempo del debido, os informaba de que había recibido una cartita
en la que la institución alemana de turno me instaba a pagar por el disfrute de
las emisiones televisivas y radiofónicas en este país. Por aquel entonces no
sabía todavía bien a qué demonios me enfrentaba, porque una buena parte del
contenido de la carta me resultaba indescifrable. Ahora, y con la ayuda de mi
compañero de oficina, Mark (un tipo realmente encantador), estoy en disposición
de revelaros el aterrador contenido de la misiva, que de algún modo refleja la
filosofía administrativa de este país.
En primer lugar, hay obligación de
pagar en casi cualquier circunstancia. Por ejemplo, la carta especifica que
sólo en caso de ser ciego y sordo
puede uno librarse del pago (unos 200 euros anuales, cantidad que considero
sustancial en especial porque sólo cubre los canales de la televisión pública,
por si no lo dije la última vez). En el caso de que uno no tenga tanta suerte y
sea ciego o sordo, le toca abonar un
tercio de la cuota, por aquello de que podría estar escuchando la radio (sin verla, jeje) o
viendo la televisión sin oírla. El hecho de que uno no tenga televisión o radio
en casa es irrelevante, así como el hecho de que no tenga ni siquiera instalada
la conexión para una televisión. Se presupone que siempre podrías tener contratado algún
formato de internet vía satélite a través de cual podrías estar accediendo a las emisiones,
de modo que por lo que se paga es puramente por vivir en un piso. Esto
constituye un avance con respecto a la anterior ley, en la que te cobraban por
el hecho de tener una radio en el coche. Ahora ya lo del coche les da igual. El
caso es que vivas en un piso. Por supuesto, y para evitar cualquier tipo de
ambigüedad, la carta incluye una pormenorizada definición de qué es un piso: al
parecer, debe tener un mínimo de cuatro paredes y estar techado, así como no
poder moverse (no estoy de broma). En el caso de que pueda moverse la cosa
depende de la legislación de cada estado, en función de que sea obligatorio o
no tener tu casa móvil registrada como vivienda. En cuanto a las opciones de
pago, son tan variadas y terriblemente ambiguas en sus planteamientos que ni
entre dos alemanes de edades y sexos distintos fueron capaces de entender todas
ellas. Eso sí, me han dicho que si no pago los agentes de la televisión alemana
pueden venir a acosarte y que incluso rebuscan entre tu basura en busca de
revistas de programación que evidencien que haces uso del servicio (al
contrario que en España, esas revistas aquí son enormemente populares y sus
variadas y coloristas portadas, en las que luce siempre una mujer risueña y despampanante,
atestan las estanterías próximas a las cajas registradoras de los supermercados).
Así que he decidido pagar, no vaya a ser que saque la varita más corta y me
sacrifiquen en plaza pública para dar ejemplo.
Simultáneamente, y a través de mi
relación con los estudiantes de prácticas que han empezado a rotar por el
laboratorio, me entero en los últimos días de que en una buena parte de la
universidades públicas alemanas la enseñanza es completamente gratuita o casi.
En las que hay que pagar (esto depende del estado en el que uno viva), el coste
es bastante modesto, de unos 500 euros por semestre. Por ejemplo, en la Universidad
de Greifswald el coste es cero, lo que unido a las ayudas para la vivienda para
los estudiantes (sólo hay que devolver la mitad del dinero en los cinco años
siguientes a la finalización de los estudios) y los bonos de transporte, hace
que en la práctica se pueda decir que en muchos sitios te pagan por estudiar. En
España pagar un buen pico por crédito en la universidad pública es lo más
natural del mundo… pero por lo de la radio y televisión pasaríamos sólo con los
pies por delante. Casi puedo imaginar las manifestaciones y el caos en las
calles, la violencia inusitada que un acto recaudatorio así desataría en mi
país. Y aquí la medida del pago televisivo no ha gustado nada, que conste, pero si algo define a
los alemanes es su profunda resignación ante las normativas y los órdenes jerárquicos.
Por otro lado, esta semana he tenido
una reunión de la fundación Alexander von Humboldt, que es quien me paga. Os
hablaré pronto del evento, que ha tenido lugar en Hannover y calificaría en
líneas generales de agradable y satisfactorio. También me ha servido para sacar algunas conclusiones. Hablaremos del tema.
¿y a cuanto sale el C+?
ResponderEliminarPues no lo sé, pero al menos podría ver Juego de Tronos en alemán.
EliminarPor la TV normal la mayoría del tiempo sólo ponen bazofia de la buena.
EliminarComprate una casa de madera...y te la traes cuando vuelvas
ResponderEliminarEn Irlanda y RU tienen el mismo impuesto, pero en este caso son ellos los que tienen que demostrar que tiene un aparato en casa. Esto significa que en la mayoría de los casos, salvo cuando ya está pagado por el casero, los españolitos pasan olímpicamente de retratarse y en su lugar esconden la tele en algún armario cuando vienen inspectores...
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